Para
no perder las costumbres, llega con casi un mes de retraso esta
aventura que dio estreno a la temporada de montaña.
Fue
el miércoles 18 de Junio.
El
objetivo: los Astazus.
Los
montañeros: Victor y Sergio.
Los
tiempos: oscuros.
Ahí
va la crónica, disfruten:
Prueba de nuestras azañas |
La
ascensión comienza con una senda muy marcada pero bastante
tecnicabLaBLABLABLA.
No,
en serio, a este monte sólo subimos Sergio y yo hand to hand y
encima escribo yo así que a partir de aquí no esperéis nada
medianamente serio ni cierto al 100%.
Tras
vivir innumerables aventuras tales como atravesar desiertas cafeterías
de universidad, defecar en urinarios públicos mientras un grupo de
preescolares golpean la puerta impacientes y salvajes, soportar
amenazas de llamar a la guardia civil por parte de iracundos
funcionarios de instituciones predemocráticas, internarnos en
templos de oscuras órdenes religiosas y dejando atrás un compañero
de viaje que bien parecía un errante hidalgo propio de la novela
caballeresca de otros tiempos (bueno, en realidad era un interiorista
en paro con doble nacionalidad: catalán y español); finalmente, el
destino, como un silencioso mar, nos puso al fin a orillas del
Pirineo.
Hallábanos
al fin a los pies del balcón de Pineta y aunque la tarde era buena,
Monte Perdido nos vigilaba desde lo alto sólo cuando las nubes que
le rondaban marcaban un poco de distancia.
Allí,
otra vez volvíamos a sentir, como siempre, ese irrefrenable y
profundo sentimiento que llevó a los creyentes a levantar las
catedrales y a los paganos que trajo la modernidad a construir los
rascacielos. Ese mismo impulso que empujó a los cosmonautas a
lanzarse a la estratosfera. En definitiva, ese primitivo instinto por
el que los niños trepan a los árboles y los borrachos suben a la
barra.
Así
que dejándonos llevar por completo por estas pulsiones, preparamos
nuestros macutos, pusimos los ojos allí arriba, y empezamos a subir.
Y aquí Sergio haciendo el tonto mientras yo preparo la mochila |
Outlet de Barrabés. Al fondo, dos montañeros que bajaban de hacer la trilogía de las Tres Sorores en el día |
La
idea era tomar por las armas el refugio libre de Tucarroya y
pernoctar en el mismo, así que las 16:00 fue una buena hora para
empezar a andar
Como
no nos perdimos nada más empezar *(nótese aquí la ironía), en unos minutos habíamos
comenzado a subir la ladera.
Tuvimos
que coger agua del barranco porque el listico de Sergio no quiso
parar el coche en ningún sitio a rellenar las botellas.
También
quiero aprovechar para explicarle a la encargada del parking, si nos
lee, que decir a los montañeros que encontrarán una fuente a 20
minutos por el camino, cuando es mentira, no es una broma divertida.
Gracias.
Ya
metidos en la pendiente, nos encontramos con el primer nevero.
Un animal salvaje que encontramos. ¿Marmota? ¿hurón? Si nos lee algún experto, por favor, que lo aclare en los comentarios. |
En
algunos tramos la subida se pone bastante vertical pero sin
dificultad a excepción de algún neverico en estas fechas, que vamos
sorteando para evitar exponernos ya que Sergio tiene mucho que
perder.
Al
final de la cuesta, justo antes de llegar al balcón, el último
corte hay que andarlo por en medio de un nevero del que ya estábamos
avisados así que nos calzamos los cramps, que no nos quitaremos casi
ni para dormir hasta el día siguiente a la bajada.
Y a
partir de aquí, la amable nube que hasta ahora nos había respetado
nos absorbe por completo. La oscuridad y el más absoluto silencio
nos envuelven.
No
vemos otra cosa que nuestros pies y no escuchamos más allá de
nuestras propias respiraciones y el sonido del viento en los oídos.
El
problema aquí es que había varias huellas marcadas y en algún
momento dudamos de cuales seguir. Al final nuestro increíble sentido
de la orientación nos va acercando hasta el ibón y en un momento de
claro llegamos intuir el estrechiquico collado donde descansa nuestro
hostel este día: El refugio de Tucarroya (que aún conserva su nombre en aragonés).
Tras
coger más agua (de mineralización débil, como la de Fontbella) en
el ibón. Comenzamos a acercarnos a la pensión.
Al
abrir la puerta del hotel nos encontramos (nunca mejor dicho) un
caluroso recibimiento.
Nada
más ni nada menos que 25 miembros del Regimiento Militar de Montaña
de Jaca habían arrinconado el mobiliario del refugio para hacerse
hueco y se acomodaban repartidos entre las literas y el suelo.
Nuestras
fantasías durante la subida, de encontrar un pequeño grupo de
montañesas del Pirineo francés se desvanecieron en un segundo.
La
teniente, atenta desde el principio, nos ofreció en seguida sacar
las mochilas de sus chicos fuera para poder hacer un hueco a sus dos
nuevos compañeros de habitación.
Aunque
sólo eran las 19:30, prácticamente todos estaban dormidos pues,
como nos contó más tarde la teniente, llevaban ya dos noches
vivaqueando y estaban cansados. Así que entre que se despertaban y
no, nosotros decidimos esperar fuera cambiándonos la ropa
prácticamente empapada por el sudor y la niebla y también “haciendo
un poco de boca”, jeje.
Entonces suben por el collado francés dos vascos de Getxo que venían desde Gavarnie y que al día siguiente pensaban subir al Perdido por la Norte. Nada más vernos su primera reacción fue extrañarse de que nos estuviésemos cambiando de ropa afuera con el temporal que hacía.
Pero
esta extrañeza se tornó en un instante en el
más puro y sincero asombro
al enterarse de que el motivo era que dentro
había 25 personas (¡en Junio y entre semana!) y que estábamos
esperando a que sacasen las mochilas para entrar.
A partir de aquí, cuando entramos al refugio, se produjeron ciertos momentos de crispación, y por eso, y muy a mi pesar, he decidido aparcar las tonterías y tratar este tema de forma seria.
Mis conclusiones personales por si a alguien le interesan, son dos:
La primera y más importante, que a 2.600 metros, pasadas las 20:00 de la tarde y con temporal, no son ni lugar ni momento apropiado para discursiones y enfrentamientos que, además, no iban a a solucionar un problema que (nos gustara más o menos) tenía una única solución: apretarnos y dormir todos juntos.
En segundo lugar, y como ya le expresé después a la teniente en un momento más tranquilo y en un tono absolutamente cordial, bajo mi punto de vista veo normal el enfado.
Bien
es cierto que según me contó, sólo subieron hasta el refugio
después de haber comprobado estaba vacío. Pero bajo mi punto de
vista, las 18:00 de la tarde me parece demasiado pronto para
descartar que pudiera llegar nadie más. En cualquier caso, si yo
fuera en un grupo de 25 personas y teniendo experiencia y
conocimiento en la montaña; salvo en un caso de emergencia y si no
nos es posible bajar, decidiría deliberadamente entrar a dormir en
un refugio libre de 12 plazas.
Pero ni con 25 ni seguramente se me ocurriría con 10 u
8 personas.
En
un refugio libre, a diferencia de uno cuidado, todos tenemos derecho
a darle uso sin previo aviso y de forma gratuita, pero también
tenemos el deber de no limitar este derecho a otros montañeros.
Por
otra parte, me gustaría también aclarar que hay dos formas
diametralmente opuestas de entender el montañismo que se
corresponden (en la mayoría de los casos) con quien lo practica y
quien no lo hace.
Visto
desde fuera, hay a quien ésto simplemente le parece una extraña
afición. Otra forma de ocio, o una especialidad deportiva más.
En
el otro lugar, y dejando a un lado el simbolismo que rodea a la
montaña y lo que cada pico pueda llegar a significar para cada uno
de nosotros, el montañismo es también una manera de pensar. Una
forma diferente de relacionarse con la naturaleza, con los demás, y
con uno mismo.
Quien
se identifica con estas palabras sabe que no sólo me refiero a
saludar cuando te cruzas alguien por el camino y a compartir
almendras en el almuerzo. Cuando subimos al monte no hay diferencias
en idioma, procedencia, aspecto físico ni condición económica o
social.
Todos
compartimos el sentimiento que nos lleva allí arriba y nos acerca a
los límites del terreno y a los nuestros propios. Y eso une mucho
más de lo que pueda separar cualquier otra circustancia.
Y
cuento todo esto porque quien lo conozca, sabe perfectamente que esta
crítica no tiene absolutamente nada que ver con el color de nuestras
prendas, o con razones políticas o ideológicas.
Así
pues, y para cerrar este tema, fue también por esta misma filosofía
por la que, tras hablarlo (como digo) con la tranquilidad merecida,
terminamos todos juntos compartiendo la cena con quien tuviera algo
de gana dentro del refugio.
Los
vascos, de los que es conocido por todos su buen comer, para nuestra
sorpresa sólo llevaban choped del eroski así que nos vimos
obligados a alimentarlos como merecía la travesía que estaban
emprendiendo (¡¡ay como se enteren las amatxus lo mal que
coméis...).
De
postre, como quien saca un conejo de la chistera, Sergio metió la
mano en la mochila y sacó media sandía que él mismo se había
empeñado en subir hasta ahí.
Los
vascos flipaban.
Con Pablo y Jose, los compas de Getxo, disfrutando de embutido aragonés casero (como el porno bueno) y de queso de O Xortical. |
Nos
pusimos como cutos.
Tras
una noche más de descanso que de sueño propiamente dicho, nos
levantamos a las 6:30h ya solos. Los vascos se fueron a las 3 y pico
prácticamente de gaupasa y los de Jaca a las 6.
No
quedaba ni rastro de las nubes del miércoles, y a la luz de Lorién,
que también había madrugado más que nosotros, pudimos ver por fin la
espectacular plana de Marboré nevada.
Los getxotarras encarando el glaciar del Perdido. Los vimos toda la mañana y según sabemos, luego subieron al Cilindro antes de bajar a Góriz |
Tras
terminar el conveniente desayuno y sin perder más tiempo de esa
espectacular mañana, nos ponemos otra vez los crampones y comenzamos a andar
a las 7:10
Dejamos atrás definitivamente el colláu donde se sitúa Tucarroya (esta foto está hecha a la vuelta pero sirve). |
Tras
salir del agujero en el que queda el ibón, nos metemos en el sol y
avanzamos rápido por la plana de Marboré. Aunque la pendiente no es
mucha, las vistas nos tienen totalmente absorbidos.
En
una horica más o menos llegamos al collado de los Astazus y damos
vista al espectacualareeÉËérrimo!! Circo de Gavarnie. No voy a
intentar describirlo, esto hay que verlo.
Aquí el guapo con el circo detrás suyo, consciente de que está posando ante la cascada con la caída libre más alta de Europa y ante la legendaria Brecha de Rolando (¡pa leyenda tú, hermoso!) |
Comenzamos
a crestear, al principio por la margen sur pero en seguida el paso
evidente sube al filo de la afilada cresta, con unas vistas sólo aptas para funambulistas.
Como digo, los 1.700 metros (que se dice pronto) de caída prácticamente vertical hasta el pueblo de Gavarnie, ponen los pelos de punta |
A
las 8:30, sólo una hora y media después de empezar a andar,
llegamos a la cima. Aquí nos planteamos si continuar hasta el Astazu
grande, sólo 50 metros más alto pero del que nos separa una cresta
algo estrecha que no vimos muy clara porque tenía tramos aún
cubiertos de nieve, y el celebre collado de Swan (también nevado).
Y
una vez arriba nos echamos unos selfies, que está de moda y, ¡oye! seremos de pueblo, pero no nos quedamos atrás..
Y
también unas panorámicas de poster:
Estas
vistas, otra vez nos hacen volver a sentirnos minúsculos ante tan
inmensas montañas. Y a la vez, en cierto sentido, también muy
grandes por llegar a coronarlas y ser los únicos allí arriba.
Tenemos lo que buscábamos. Descartamos definitivamente el Astazu
grande y empezamos a bajar.
Aquí unas flores, tan fuertes como bonitas, que han elegido para crecer la inhóspita roca a más de 3000m. |
La
mañana se iba templando así que para la bajada nos quitamos parte
de la ropa que llevábamos al subir y también los crampones, pues la
nieve estaba ya un poco más blanda y no hay grandes pendientes.
El
ritmo también fue un poco más lento que hasta el momento ya que la
rodilla me volvió a dar problemas y tenía que andar china chana.
A
las 10 llegamos al balcón y encontramos una esplanada sin nieve que
nos parece perfecta para almorzar.
Volvemos
a almorzar SANDÍA, sí.
Tras
dos horas de bajada, y de presenciar como el helicóptero rescataba a
un montañero con lipotimia al que deseamos que se encuentre bien,
antes de la 13:00 del mediodía llegamos al coche.
Aunque
yo con la rodilla esclatada y ambos con muchas horas de andar y pocas
de sueño, el “gen Domingo” no nos permitió detenernos ni un
segundo. Así que montamos en el astra, abrimos las ventanillas, pusimos La Ronda a todo trapico y tomamos rumbo a Chistén, a comer con unos
amigos y a charrar una mica de aragonés en este precioso lugar que
conserva su lengua como una joya en lo más profundo de estos valles.
Y
de aquí, cansados pero muy satisfechos con la salida, cada uno pa su
casa y todos a la del Gordo.
Eso
sí, no sin antes poner los dientes un poco largos a los seteros del
pueblo, que (menos Falo, vale) no se han visto en una de estas en la
vida:
*Aquí tenéis la web de Pablo (uno de los mocés de Getxo) que también es guía de montaña:
www.wilextours.com
Ala, AU! Hasta la próxima.
www.wilextours.com
Ala, AU! Hasta la próxima.
Lo
mismo de siempre pero más fuerte si cabe:
¡YESA NO!
Muy buen articulo chicos!!! Menos mal que el gran día de monte que tuvimos nos alegro la pesada noche que se nos presento en ese mítico refugio. Y por supuesto que muchisimas gracias por la Sandia,jaajaj fue increible!.
ResponderEliminarEspero poder seguir viendo las ovejas de Artieda en los pastos de su pueblo por mucho tiempo!!!