Once fuimos
nada más y nada menos los integrantes de la última excursión a los
colosos Pirineos el sábado 25 de agosto. Un gran grupo de montañeras entre las
que se encontraban muchas de las habituales, y a las que acompañaba alguna cara
nueva. Al igual que en la pasada, esta jornada también hubo quien se inició en
el montañismo, prueba inequívoca de la pasión que despierta entre las montañeras
de Artieda los Pirineos y que poco a poco hace que sean más las componentes de
las excursiones.
Los nombres de la aventura son Kike y Carlicos
(viejas glorias), Yaiza, Oscar Ara, Oscar Laspidea y Palacin (habituales son
sus piernas en los senderos pirenaicos) y para terminar tenemos a Jorge, Sergio
Soteras, Ana, Julio y Ester (para algunos era su segunda cima, para otros
alguna más, y para Ester, el primer contacto con los hitos y helechos, las
rocas y los ganados de ovejas que pueblan los prados verdes y el almuerzo a más
de 2000 metros de altitud).
La idea principal era realizar la ascensión al
Petraficha (2118 m) y posteriormente al Quimboa alto (2186 m), pero debido a
problemas de logística, y a las nubes que entraban del norte, decidimos hacer
solo la primera de las dos cumbres propuestas.
El punto de partida se localiza en el aparcamiento
de Taxera, al que se llega cogiendo la pista forestal desde Zuriza dirección Este.
Coincide con la GR-11.
Calzados y preparados cogemos la senda que sube
ligeramente dirección Este, siguiendo las marcas de la GR-11. Vamos dejando a
nuestras espaldas Peña Ezcaurre y a la derecha nos queda la impresionante
Sierra d´Alano.
Avanzamos por la senda pasando siempre de lado al
barranco de Petraficha. Dejamos atrás una vieja cabaña medio derrumbada y
continuamos por la senda. El camino no es muy escarpado, y la pendiente no
llega a ser pronunciada del todo.
Con la tranquilidad, llegamos hasta un collado donde
se da vistas a la selva de Oza, es ahí donde nos percatamos de que hemos
cometido un error al no habernos desviado de la GR-11 previamente en dirección
NE, por lo que debemos de dar la vuelta en nuestros pasos para enlazar con la
senda correcta.
Si hasta ahora no habíamos realizado grandes
esfuerzos debido a la poca exigencia de la montaña, es entonces en este momento
cuando ya coge una considerable inclinación, que a más de uno le hace sacar la
lengua, que a más de uno le hace abrir la boca en busca de aliento. Las laderas
previas a la cima son exigentes, pero no de gran longitud. Poco a poco, cada
uno a su ritmo, se va venciendo la pendiente y se llega hasta un cortado que da
vistas al valle de Hecho y la Selva de Oza, así como al Bisaurín, las murallas
del Castillo de Acher, el ibón del Acherito y su cima, y un mar de picos que no
parecen acabar hasta el infinito.
En este punto, se va cresteando por una senda de poca
dificultad hacía la izquierda para lograr alcanzar la cima que nos habíamos
propuesto, el Petraficha.
Debido a la inestabilidad del tiempo, que no invita
a entretenerse largo y tendido en la cima, con un viento frío y húmedo,
realizamos las fotos reivindicativas y aligeramos las mochilas, es decir,
procedemos con la ingesta de los alimentos puramente energéticos (longaniza,
jamón, pan, chorizo, salchichón, quesos, pate, tomate... y fruta) que como
siempre nos llevamos en nuestras excursiones.
Tras el avituallamiento, emprendemos camino de
regreso, esta vez sí, por la buena senda que nos conduce directos al
aparcamiento donde tenemos los coches.
Así, dimos por finalizada la maravillosa aventura en
el camping de Zuriza, con unas ricas y frescas cervezas para los más sanos, y
para otros, bebidas populistas yanquis poco propias de la montaña aragonesa.
Tiempo de subida: 3 h 20 min
Tiempo de bajada: 2 h
Tiempo de almuerzo: 35 min
Desnivel: 900 m
A
continuación, os dejamos con las fotos realizadas durante la aventura.
Foto de salida con las típicas caras raras a consecuencia del mareo post-viaje.